La decisión de Donald Trump de mantener a Elise Stefanik en el Congreso revela una creciente ansiedad dentro del Partido Republicano ante el riesgo de perder escaños incluso en distritos tradicionalmente rojos. 
Las elecciones del 1 de abril en dos distritos conservadores de Florida se han convertido en un campo de prueba crucial. Una encuesta interna republicana mostró al demócrata Josh Weil liderando por 3 puntos sobre el candidato republicano Randy Fine, lo que obligó a Trump a intervenir con un tele-town hall de emergencia.
«Si estamos bajo desempeño en distritos que Trump ganó por 30 puntos, ¿por qué arriesgarse en otros con márgenes menores?» — Operativo republicano anónimo.
Stefanik, cuyo distrito en Nueva York fue ganado por Trump con 20 puntos en 2024, aseguró en Fox News que su retiro de la nominación fue un acto de «liderazgo colectivo». Sin embargo, analistas demócratas como Zac McCrary lo ven como una «retirada en pánico» ante el ascenso de su partido.
Mientras los republicanos insisten en que «ganarán cualquier elección especial», su dependencia de votantes menos comprometidos —atraídos por Trump— los obliga a replantear estrategias de movilización ante un panorama electoral cada vez más impredecible.
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