El enigma Musk: un rompecabezas para los lobistas de Washington
En el corazón de K Street, el distrito de cabildeo más poderoso de EE.UU., reina una frustración inédita: ¿Cómo influir en Elon Musk, el magnate que opera con una lógica disruptiva y acumula un poder informal que eclipsa a muchos gobiernos?
La receta de Musk: velocidad, secretismo y cero paciencia
- Objetivo no negociable: Reducir el gasto público «a velocidad de vértigo»
- Estilo de gestión: «Mueve rápido y rompe cosas», filosofía importada de Silicon Valley
- Barrera principal: Equipo compuesto por leales de la industria tecnológica y operativos de DOGE
«DOGE se está inventando sobre la marcha por personas más conectadas a sus círculos privados que a expertos en políticas públicas»
— Jeff Hauser, Revolving Door Project
Estrategias desesperadas en K Street
Los lobistas recurren a tácticas inusuales:
- Rastrear las 1,000 cuentas que Musk sigue en X (incluyendo influencers de derecha como Ian Miles Cheong)
- Publicar artículos en medios conservadores (Breitbart, The Daily Caller) para llamar su atención
- Apuntar al «DOGE Caucus» en el Congreso, liderado por figuras como Joni Ernst (R-Iowa)
Casos de éxito (y muchos fracasos)
Un lobista revela cómo una empresa logró revertir un ataque de Musk: «Demostraron que el problema venía de otra entidad». Pero estos casos son la excepción.
El sector inmobiliario ya especula con la venta de edificios federales, mientras las agencias gubernamentales se convierten en último refugio para negociar.