El Terror Cotidiano de Vivir en las Sombras
Una madre colombiana indocumentada de 67 años vive en constante pánico: ve agentes de inmigración en centros comerciales, esquinas y hasta en el lobby donde cuida ancianos. Tras 23 años en Estados Unidos, ha dejado de conducir, se oculta en los asientos traseros de Uber y abandonó su ministerio religioso presencial.

La Despedida Forzada
Su mayor dolor: abandonar a su hija Michelle Valdes, beneficiaria de DACA que llegó a EE.UU. a los 8 años. «No quiero pasar dos meses en un centro de detención», confesó la madre, quien pidió anonimato por miedo a represalias.
El Fallido Intento de Asilo
Huyeron de Colombia en 2002 tras sufrir robos armados, amenazas de las FARC y el secuestro de un familiar. Aunque contrataron abogados y presentaron documentación, su solicitud de asilo fue denegada en 2004. En 2006, la Corte de Apelaciones de Inmigración rechazó su recurso.
- Estadísticas: Solo 19.3% de solicitudes de asilo colombianas fueron aprobadas en 2023
- Costo: Abogados «depredadores» cobraron $40,000 sin garantizar éxito
La Deportación que Partió una Familia
En 2007, ICE detuvo a los padres y hermano mayor de Michelle. Su padre fue deportado a Colombia mientras ella, de 13 años, observaba impotente. Falleció en 2022, un año después de que aprobaran una petición migratoria a su favor.

DACA: Un Salvavidas con Fecha de Caducidad
En 2012, catorce días antes de su deportación programada, el anuncio de DACA por Barack Obama cambió el destino de Michelle. A sus 18 años, obtuvo protección contra deportación y permiso laboral, pero:
- Limitaciones: No puede viajar al exterior ni acceder a becas completas
- Educación: Universidades de Florida eliminan matrícula estatal para indocumentados
- Incertidumbre: Abogados advierten que DACA podría ser cancelado
El Laberinto Legal Sin Salida
Aunque Michelle está casada con un ciudadano estadounidense, el proceso para su residencia permanente requiere:
- Solicitudes de exención por «dureza extrema»
- Abandonar EE.UU. para reingresar legalmente
- Un proceso estimado en 8 años
«No es justo que un niño sufra consecuencias de errores de sus padres», llora Michelle, quien trabaja en un despacho de abogados migratorios. Su madre resume la paradoja: «Huyo de Colombia por miedo, y 23 años después sigo igual en otro país».