En los pasillos del Raisina Dialogue 2023, uno de los foros globales clave en seguridad y economía, se respiró una tensión inusual: delegados occidentales y rusos compartieron espacio por primera vez desde la invasión a Ucrania en 2022. 
Un momento clave fue el enfrentamiento verbal entre el ex primer ministro australiano Tony Abbott y el diputado ruso Vyacheslav Nikonov, quien justificó la invasión a Ucrania pese a reconocer su soberanía. 
«Es el efecto Trump: hace meses esto era impensable», confesó un diplomático europeo bajo anonimato.
Mientras Georgette Mosbacher, exembajadora de EE.UU., criticaba la «incompetencia del ejército ruso», Nikonov ponía los ojos en blanco. La escena, simbólica de las fricciones, contrastó con el boicot total de 2023.
Para países bálticos como Estonia, dialogar con rusos es «inútil». Jonatan Vseviov, diplomático estonio, fue contundente: «Los diputados rusos no tienen influencia real». 
Mientras tanto, un funcionario ruso celebraba el «cambio radical» en las negociaciones, omitiendo los bombardeos en Kyiv tras el llamado de Trump. «Solo Washington y Moscú deciden», afirmó, antes de huir ante preguntas incómodas.
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